La Liberación no será transmitida, pero ganará las calles.
Siete días de 1810, nueve nombres y apellidos conformando una Primera Junta, los criollos que querían ser “libres”, el póster del Cabildo, el discurso de la maestra, etc. Un cambio trascendental en la historia argentina enseñado irreflexivamente a cada nueva generación, al ser vaciado de contenido por la historia oficial, cuyos autores se abocaron a la tarea de esconder bajo la alfombra cualquier idea verdaderamente revolucionaria y progresista, como las de Mariano Moreno, y por aniquilar todo vestigio de nuestra herencia hispana, como gesto de sumisión a Su Majestad británica y a las ideas liberales implantadas por los Mitre, Sarmiento y compañía en su época.
Hoy vivimos días en los que los enemigos de la igualdad, de la redistribución, de la independencia económica, distorsionan ante el pueblo la realidad del cambio y su profundización, en esta caso no desde la confección de una historia manipulada, sino a través de sus multimedios y dirigentes serviles, demonizando a los líderes del frente nacional y popular, buscando la división entre ellos y amenazando con la llegada del “chavismo” (como si ello fuera negativo para la soberanía popular) y otras zonceras clásicas adaptadas al contexto actual y dirigidas principalmente al medio pelo argentino.
Que la manipulación de la información y el circo electoral de candidatos impresentables (algunos derrotados de antemano que se bajan, otros que forjan las alianzas más vergonzosas) no nos corran del eje de este proceso de reconstrucción nacional iniciado en 2003, que desde octubre no sólo debe continuar sino también profundizarse aún más: la función del Estado como garante del bienestar general del Pueblo en su conjunto no se discute, sea Techint, el Grupo Clarín, la Sociedad Rural o quien sea el que se sienta “combatido”.
Ese Estado Nacional y Popular fuerte e intervencionista que Perón construyó hace más de 60 años debe seguir reconstruyéndose, recobrando su soberanía sobre las rentas extraordinarias de los capitalistas y los terratenientes, sobre los recursos naturales y los servicios públicos, sobre la educación y la salud, sobre la defensa de los derechos sociales de los trabajadores. Para ello, las organizaciones populares deben encolumnarse sin divisiones ni mezquindades, con lealtad y firmeza, detrás de nuestra líder Cristina. Concientizando, además, al resto de la población, para que ningún Mitre ni Noble nos venga a vender espejos de colores, como cuando íbamos a la escuela.
Matías Sánchez. JP Evita La Matanza.
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